Tengo miedo a cometer un delito: pensamientos intrusivos con temática violenta

Muchas personas sufren a causa de sus propios pensamientos ya que, cuando estos involucran algún tipo de violencia, se preguntan “¿Y si esos pensamientos significan que soy capaz de hacerlo?” o “¿Y si esa parte oscura en mí termina saliendo?”. Estos pensamientos intrusivos generan mucha angustia, sobre todo cuando chocan directamente con nuestros valores. Si quieres saber por qué aparecen, cómo diferenciarlos de una intención real de acción y qué estrategias pueden mitigar el daño que generan ¡sigue leyendo!

Sheila Odena Galceran

11/19/20254 min read

woman holding her face in dark room
woman holding her face in dark room

¿Qué son los pensamientos intrusivos?

Los pensamientos intrusivos son palabras o imágenes mentales que aparecen sin que los hayamos provocado y a veces parecen ser un llamado a la acción. Resultan indeseados, molestos o incluso perturbadores por ir en contra de nuestros valores o nuestra identidad (Rachman, 1998 citado en Vale et al., 2018). En la población general, este tipo de pensamientos puede estar relacionado con múltiples temáticas, pudiendo incluir violencia, daño, sexualidad o actos vergonzosos, aunque suelen ser pasajeros y no generan una gran disrupción (Verywell Health, 2023).

Desde una visión psicológica, desde el paradigma del condicionamiento operante, estos pensamientos se mantienen por que la persona los refuerza de forma involuntaria. Cuando aparece un pensamiento incómodo cómo: “¿sería capaz de hacer eso?” podemos no darle mayor importancia, entendiendo que es simplemente un pensamiento y que por tanto no nos describe. Sin embargo, hay veces en las que estos pensamientos nos asustan y por eso intentamos neutralizarlos o evitarlos —a través de distracción, comprobaciones, rituales, etc.— Esta evitación genera un alivio momentáneo que constituye un refuerzo negativo. Al reducir la ansiedad, aumenta la probabilidad de que repitamos esa conducta cada vez que salga el pensamiento, fortaleciendo así el ciclo y provocando que este pensamiento interfiera cada vez más en nuestra vida cotidiana (Skinner, 1953). Además, el simple hecho de prestarle atención al pensamiento nos lleva a evitar la ansiedad a través de conductas activas, haciendo habitual este pensamiento hasta “engancharnos” a él, no por su contenido, sino por las consecuencias que tiene nuestra respuesta cuando aparece (Hayes, Strosahl y Wilson, 2012).

¿Por qué ocurren estos pensamientos violentos?

Como hemos dicho, es natural que aparezcan todo tipo de pensamientos por nuestra mente, por cualquier factor externo o interno que los evoque, pero algunas de las razones que nos llevan a atender a este tipo concreto de pensamientos incluyen:

  • Miedo al propio impulso o al descontrol: lo que tememos termina surgiendo como imagen o ideación.

  • Alta sensibilidad emocional o historial de ansiedad, que hacen que el sistema de alarma se active con más facilidad.

  • Interpretación disfuncional de los pensamientos: creer que “tener el pensamiento” equivale a “quererlo” o “ser capaz de hacerlo” (Veale et al., 2018).

  • Evitación, supresión o intentos de control de los pensamientos, que paradójicamente los hacen más frecuentes y angustiosos (Berry & Laskey, 2012; Van den Hout & Kindt, citado en Veale et al., 2018).

Diversos estudios demuestran que los pensamientos intrusivos son universales, y lo que diferencia al Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) no es el contenido del pensamiento sino cómo la persona lo interpreta y qué hace ante él (Veale et al., 2018; Ochiyama et al., 2025). Otros afirman que las estrategias de control y supresión de pensamientos intrusivos perpetúan el ciclo del malestar y no están vinculadas a mayor riesgo de acción violenta (Vieale et al., 2018; Berry & Laskey, 2012).

Naturaleza del pensamiento vs. intención de acción

Los valores y la identidad suponen un factor protector en la población general. Si nuestros valores se basan precisamente en el cuidado y la protección —y siempre actuamos en base a ellos—, son justamente este tipo de ideaciones las que más puedan activar nuestro sistema de alarma, al ser ego-distónicas —es decir, que van en contra de los propios valores—.

Los pensamientos intrusivos suelen generar muchos remordimientos, miedo, lucha y control interno, mientras los impulsos o intenciones implican urgencia, poca inhibición, escasa reflexión y poco o nulo remordimiento ante la ideación.

Las investigaciones indican que el aumento en el malestar no proviene de tenerlo o dejarlo de tener, si no de la fusión pensamiento-acción —creer que: “Si pienso esto significa que lo haré”— y la interpretación de esto como indicativo de peligro personal (Annual Review of Clinical Psychology, 2023).

Estrategias efectivas para manejar estos pensamientos

Como ya hemos dicho, intentar suprimir estos pensamientos solo favorece e incluso aumenta su aparición, por lo que resulta más beneficioso afrontarlos con las siguientes técnicas:

  1. Aceptar sin juzgar: Reconócelo como lo que es, un pensamiento. Puedes cambiar el mensaje de “Quiero hacer daño” a “Estoy teniendo el pensamiento intrusivo de hacer daño”.

  2. Defusión cognitiva: Estrategia utilizada en la Terapia de Aceptación y Compromiso. Se puede aplicar de diferentes formas, como por ejemplo repetir el pensamiento “estoy teniendo el pensamiento de hacer daño” hasta que de tanto repetirlo pierda sentido, visualizarlo como una nube que pasa o imaginar a un personaje cómico diciéndolo con su voz.

  3. No intentar suprimirlo ni buscar certeza: Ya que los estudios muestran que el control excesivo empeora el malestar (Berry & Laskey, 2012; Haciomeroglu & Inozu, 2019 citado en Veale et al., 2018), es mejor aceptarlo y dejarlo estar, sin debatir con esa idea ni intentar eliminarla de nuestra mente.

  4. Actuar según tus valores: Define qué es lo más importante para ti (por ejemplo, cuidar de los tuyos) y elige una acción en base a dicho valor que puedas realizar pese a tener ese pensamiento (por ejemplo, estoy pensando en esto, siento ansiedad, pero aun así puedo escribirle a mis amigos para ver cómo les ha ido el día).

  5. Buscar apoyo profesional: Si los pensamientos se vuelven frecuentes, generan bloqueo o desencadenan conductas de verificación o evitación, es recomendable acudir a un terapeuta experimentado. Enfoques contextuales como la Terapia de Aceptación y Compromiso han mostrado mayor efectividad para este tipo de problemáticas.

Conclusión

Si tus pensamientos te horrorizan, te generan angustia y si buscas ayuda o estrategias para no quedarte atrapado en él, seguramente estás alineado/a con valores contrarios al daño. Tener pensamientos intrusivos con contenido violento no implica que quieras llevar a cabo aquello en lo que piensas. Esto es más común de lo que muchos piensan y por eso, si estás sufriendo por tus pensamientos, es importante que no te juzgues y busques ayuda profesional.

Referencias

Annual Review of Clinical Psychology. (2023). Cognitive models of OCD and the role of intrusive thoughts. 19, 123-145. https://doi.org/10.1146/annurev-clinpsy-080822-043910

Berry, L.-M., & Laskey, B. (2012). Obsessive Intrusive Thoughts in the General Population.

Hayes, S. C., Strosahl, K. D., & Wilson, K. G. (2012). Acceptance and Commitment Therapy: The Process and Practice of Mindful Change (2nd ed.). Guilford Press.Skinner, B. F. (1953). Science and Human Behavior. Macmillan.

Journal of Obsessive-Compulsive and Related Disorders.

Veale, D., Freeston, M., Krebs, G., Heyman, I., & Salkovskis, P. (2018). Risk assessment and management in obsessive–compulsive disorder. Advances in Psychiatric Treatment, 24(5), 306-315. https://doi.org/10.1192/apt.bp.117.015523

Sheila Odena Galcerán

Neuropsicóloga Forense (Nº de Colegiada 30681) y Mediadora.