Simulación y Disimulación de síntomas en el ámbito forense

La evaluación de los síntomas psicológicos y neuropsicológicos en el ámbito forense puede tener implicaciones legales de gran relevancia. Es por esto que las personas evaluadas pueden intentar simular o disimular los síntomas. Si quieres saber más sobre estos fenómenos, la importancia de detectarlos y cómo se hace en psicología y en neuropsicología forense, sigue leyendo.

Sheila Odena Galceran

6/4/20254 min read

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Simulación de síntomas: ¿Por qué se produce?

La simulación, en contextos forenses, se refiere a la fabricación deliberada o exageración de síntomas físicos, cognitivos o emocionales, con un propósito instrumental, como obtener compensaciones económicas, evitar responsabilidades penales o alcanzar beneficios sociales (Rogers, 2018).

Es un fenómeno frecuente en evaluaciones psicológicas forenses, especialmente en algunos casos como (López-Miquel y Pujol-Robinat, 2020):

  • Litigios por incapacidad.

  • Casos de violencia de género.

  • Custodia de menores.

  • Procedimientos penales .

La evidencia clínica afirma que algunas características de personalidad, como el trastorno antisocial o histriónico, pueden aumentar la probabilidad de simulación (Rogers, 2020). Pese a esto, la simulación por sí misma no implica la existencia de un trastorno mental, sino la intención de manipular el resultado de la evaluación que se le está aplicando.

Disimulación de síntomas: otra cara del mismo fenómeno

Por contra, la disimulación implica el ocultamiento o la minimización intencionada de síntomas relevantes. Esta conducta puede tener distintas motivaciones en contextos forenses, como (González Ordi y Santamaría, 2016):

  • Demostrar competencia legal.

  • Evitar tratamientos involuntarios.

  • Evitar la estigmatización.

  • Rechazo a recibir un diagnóstico.

La disimulación puede ser más difícil de detectar, ya que suele estar acompañada de un esfuerzo por controlar la expresión verbal, emocional y corporal.

¿Y si es involuntaria?

En algunos casos la simulación o disimulación aparece como mecanismo de defensa por parte de la persona evaluada, simplemente para remarcar su capacidad —o incapacidad— de por sí existente. Debido a esta posibilidad, es importante informar siempre a la persona que va a ser evaluada de que dichas intenciones serán detectadas y afectarán negativamente a los resultados, mientras cualquier síntoma real se verá reflejado en estos sin la necesidad de exagerarlos, gracias a la precisión de las herramientas psicométricas utilizadas.

La importancia de su detección

Puesto que distorsionan los resultados de la evaluación, ambos fenómenos tienen consecuencias negativas para el proceso judicial. Su presencia podría conllevar decisiones erróneas como la falta de protección de menores a su cargo o la asignación de incapacidades inexistentes.

Por lo tanto, es imprescindible la aplicación de procedimientos evaluativos específicos y validados empíricamente que permitan identificar indicios de simulación o disimulación.

Por ello, es imprescindible aplicar procedimientos de evaluación específicos, validados empíricamente, que permitan identificar indicios de simulación o disimulación.

Evaluación en psicología y neuropsicología forense

Los procedimientos anteriormente mencionados, pese a compartir principios comunes en ambas disciplinas, como la necesidad de triangulación de datos (Merckelbach y Jelicic, 2019), son distintos para el área de la psicología forense y para la neuropsicología forense.

Esto se debe a la existencia de herramientas específicas utilizadas para cada tipo de evaluación con el objetivo de aumentar la precisión en los resultados. Como ya sabemos, la evaluación en psicología forense suele centrarse en aspectos comportamentales, emocionales y de funcionamiento en general. Por su parte, la neuropsicología forense evalúa además funciones cognitivas.

Por esta razón, cada enfoque cuenta con metodologías específicas para detectar inconsistencias en las respuestas de la persona evaluada. Estas herramientas nos permiten señalar, con una base empírica, que parece ser que existe una tendencia a la simulación, sin que se llegue a afirmaciones categóricas, en línea con las directrices éticas (Bush et al., 2020).

Formulación ética y cautelosa de conclusiones

Por esto último, es importante evitar afirmaciones —tanto en los informes como a la hora de ratificarse en juicios— como “el sujeto miente” o “ha simulado síntomas”, ya que esta información excede al verdadero alcance técnico de las herramientas existentes.

Puesto que no existe forma de determinar estas intenciones con un 100% de fiabilidad, se recomienda utilizar expresiones como “los resultados obtenidos sugieren la posibilidad de…” o “existen indicadores que podrían ser compatibles con una conducta simuladora/disimuladora (Martínez y Arce, 2016). Esto asegura un enfoque metodológicamente riguroso y la protección de los derechos de la persona evaluada, evitando también sesgos judiciales derivados de interpretaciones absolutas.

Conclusión

La simulación y disimulación de síntomas son uno de los retos con los que se encuentran los psicólogos forenses. Su detección requiere una evaluación técnica a través de herramientas basadas en la evidencia. Señalar estas conductas es esencial para salvaguardar la integridad del proceso judicial. ¿Qué opinas sobre la fiabilidad en su detección?

Referencias

Bush, S. S., Heilbronner, R. L., y Ruff, R. M. (2020). Clinical Neuropsychology: A Pocket Handbook for Assessment (3rd ed.). American Psychological Association.

González Ordi, H., y Santamaría, P. (2016). Disimulación de síntomas psicológicos: una revisión del estado actual. Psicothema, 28(1), 1-9. https://doi.org/10.7334/psicothema2015.123

López-Miquel, J., y Pujol-Robinat, A. (2020). Análisis descriptivo de la simulación de síntomas psicológicos en una muestra forense. Revista Española de Medicina Legal, 46(4), 175–182. https://doi.org/10.1016/j.reml.2020.01.003

Martínez, R., y Arce, R. (2016). Evaluación forense de la simulación: un análisis de las buenas prácticas profesionales. Revista Iberoamericana de Psicología y Salud, 7(2), 79-88. https://doi.org/10.1016/j.rips.2016.04.002

Merckelbach, H., y Jelicic, M. (2019). Malingering, lies, and memory: A cognitive neuroscience perspective. Annual Review of Clinical Psychology, 15, 409-431. https://doi.org/10.1146/annurev-clinpsy-050718-095603

Rogers, R. (2018). Clinical assessment of malingering and deception (4th ed.). Guilford Press.

Rogers, R. (2020). Factitious and Malingered Disorders. In E. J. Mash y R. A. Barkley (Eds.), Assessment of Childhood Disorders (5th ed., pp. 85-108). Guilford Press.

Sheila Odena Galcerán

Neuropsicóloga Forense (Nº de Colegiada 30681) y Mediadora.