Relación entre los trastornos mentales o de personalidad y la conducta delictiva
Pese a que la mayoría de personas con trastornos mentales o de personalidad no cometen delitos, a través de múltiples estudios se ha evidenciado una mayor prevalencia de algunos trastornos en poblaciones penitenciarias o forenses. Si quieres saber qué trastornos están más asociados a conductas delictivas, qué tipos de delitos se repiten más en cada caso y cuáles son las implicaciones jurídicas de la evaluación forense en estos casos, sigue leyendo.
Sheila Odena Galceran
5/14/20255 min read
Trastornos mentales en población penitenciaria
Según Fazel y Seewald (2012), los trastornos mentales graves tienen una alta prevalencia en contextos penitenciarios.
Se estima que entre el 9 y el 10% de las personas reclusas tienen trastornos mentales graves, pese a que, entre esta población, solo el 3-4% cometen delitos violentos que se puedan atribuir directamente al trastorno (Andrés, 2015).
Además, el 3,7% de los hombres y el 4% de las mujeres en prisión padecen esquizofrenia u otro trastorno psicótico (Fazel y Seewald, 2012). Diversos autores también recogen que, además de estos, existen otros trastornos visibles en centros penitenciarios, así como otros que están más relacionados con la victimización. Vamos a comentar algunos de ellos:
Discapacidad intelectual
Pese a que las personas con discapacidad intelectual son víctimas con más frecuencia que victimarios, algunas con bajos grados de discapacidad intelectual y modalidades clínicas de erecticismo —intranquila, muy activa e irritable— se han encontrado también involucradas en conductas delictivas. Los tipos de delitos suelen estar relacionados con el abuso o agresión sexual, robos o hurtos y delitos de lesiones u homicidio, todos relacionados con una gran impulsividad y una falta de reflexión. También se contempla la fácil sugestión de estas personas, que puedan haber sido inducidas por otros a cometer un delito que no comprenden, por lo que siempre será necesario evaluar su capacidad de comprensión.
Trastornos del control de impulsos
En estos trastornos destaca la gran dificultad para resistirse a su propio impulso, puesto que la persona siente un malestar hasta que lo lleva a cabo. Los más conocidos són:
Trastorno explosivo intermitente: Episodios de agresividad impulsiva, como arrebatos de ira, gritos o violencia física desproporcionada.
Cleptomanía: Impulso irresistible de robar objetos aunque no se necesiten ni tengan valor económico.
Piromanía: Impulso irresistible de crear incendios.
Juego patológico: Necesidad incontrolable de apostar.
Como vemos, estos trastornos —junto a las compras compulsivas o las conductas sexuales compulsivas— afectan gravemente a la capacidad volitiva de la persona, dificultando que controle sus impulsos, pese a ser conscientes de lo que están haciendo. Son difíciles de evaluar puesto que aún no existen mecanismos con los que confirmar una experiencia subjetiva.
Espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos
Generalmente las personas que sufren dichos trastornos no cometen actos ilegales, pero en algunos casos de enfermos agudos no tratados puede aumentar la peligrosidad. Si cometen un delito suele ser durante la fase activa de brote bajo un delirio, por lo que, existiendo una buena valoración, el juez puede declararlos inimputables debido a la afectación total de su consciencia (Fazel et al., 2009). Los tipos de delitos más prevalentes en esta población suelen ser fugas, lesiones y homicidios, robos o delitos contra la libertad sexual, todos llevados a cabo de forma impulsiva y sin razón aparente.
Dentro de este grupo, el trastorno delirante es el más relacionado con la criminalidad, puesto que ellos no son conscientes de sufrir un trastorno y es difícil detectar la necesidad de tratamiento, debido a que aparentan normalidad y solo se encuentra afectada la parte de la psique relacionada con el delirio concreto que estén sufriendo. El hecho de estar tan convencidos de la veracidad de sus ideas delirantes puede llevarles a respuestas agresivas. Los delitos más comunes en esta población se relacionan con lesiones.
Trastornos de personalidad en población penitenciaria
En prisiones, el 60% de los internos, estimadamente, presenta algún tipo de trastorno de la personalidad (Jara, 2013). Según análisis jurisprudenciales como el de González (2011), estos trastornos están vinculados, sobre todo, a delitos violentos, contra la propiedad y contra la autoridad. A continuación vamos a hablar de los más frecuentes.
Trastorno antisocial
Con una prevalencia del 27% según González (2011). Se encuentra mayoritariamente en perfiles más jóvenes que han cometido algún delito con intención de sacar un beneficio propio, como robo o hurto, aunque también pueden llegar a cometer delitos más violentos debido a su falta de integración de las normas sociales. Dentro de esta población penitenciaria se encontró que un 58% tenían comorbilidad con trastorno por consumo de sustancias.
Trastorno límite de la personalidad
Con una prevalencia del 39% según González (2011). Los delitos suelen ser impulsivos por arranques de ira contra sí mismos o contra otros, provocando lesiones u homicidios. Dentro de esta población penitenciaria se encontró que un 52% tenían comorbilidad con trastorno por consumo de sustancias.
Trastorno de la personalidad no especificado
Con una prevalencia del 14% según González (2011), se recogen distintos tipos de delitos en perfiles que no cumplen todos los criterios de un solo trastorno de la personalidad pero sí muestran síntomas de diversos de estos.
Trastorno paranoide de la personalidad
Con una prevalencia del 15% según González (2011), este, junto al trastorno narcisista se encontró sobre todo en sujetos más mayores. Los delitos más prevalentes son los de lesiones u homicidios, normalmente como reacción a una amenaza percibida, puesto que actúan de forma defensiva o impulsiva al sentirse amenazados, pese a no ser real dicha amenaza.
Trastorno histriónico de la personalidad
Pese a mostrar una prevalencia muy baja, destaca por ser el único trastorno que se encuentra más representado por mujeres, con un 4% en prisiones, que por hombres, con un 2% en ese mismo entorno. Los delitos no suelen ser violentos y están relacionados con su necesidad de atención y necesidad de aprobación —como stalking, falsas denuncias o amenazas—.
Evaluación forense e imputabilidad
La Neuropsicología forense es una herramienta clave a la hora de evaluar cómo un trastorno afecta a la capacidad cognitiva y volitiva de la persona en el momento de cometer un crimen. Esto ayuda, como ya hemos comentado anteriormente, a que el juez determine si la persona es imputable, inimputable o parcialmente imputable.
Según el Código Penal Español (Art. 20), una alteración psíquica puede llevar a una eximente completa. Esto realza la importancia de diferenciar entre trastornos mentales y trastornos de personalidad. Los primeros pueden afectar a la capacidad cognitiva y por tanto, pueden llegar a justificar medidas de seguridad en lugar de penas privativas de libertad. Por otra parte, los trastornos de la personalidad no suelen eximir de responsabilidad —puesto que solo afectan a la capacidad volitiva— pero pueden llegar a considerarse un atenuante (Ortiz, 2019).
Conclusión
Pese a la prevalencia de trastornos mentales en el ámbito penitenciario, no debemos generalizar su vínculo con la criminalidad. Es importante diferenciar entre el diagnóstico clínico de una persona y la relación de este con su conducta en el momento del delito. Por todo esto, la psicología y neuropsicología forense ayudan a los tribunales, guiándoles hacia decisiones basadas en la evidencia y que respeten la necesidad de protección social a la vez que los derechos de la persona procesada.
Referencias
Andrés-Pueyo, A. (2015). Evaluación de la peligrosidad del agresor. Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 4(3).
Cano, A., & Contreras, M. J. (2009). Imputabilidad y trastornos de la personalidad. Análisis de jurisprudencia española 6(4).
España. (1995). Código Penal (Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre). Art. 20. Boletín Oficial del Estado, núm. 281, de 24 de noviembre de 1995.
Fazel, S., & Seewald, K. (2012). Severe mental illness in 33,588 prisoners: A systematic review. Lancet Psychiatry.
Fazel, S., Gulati, G., Linsell, L., Geddes, J. R., & Grann, M. (2009). Schizophrenia and violence: Systematic review and meta-analysis. PLoS Medicine, 6(8), e1000120.
González, C. (2011). Trastornos de la personalidad en el ámbito jurídico. Revista Española de Derecho Penal 2(3).
Jara Peñacoba, M. (2013). Violencia y trastornos de personalidad. Revista de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia, 3(4). Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia.
Ortiz-Tallo, M. et al. (2019). Trastornos de la personalidad y conducta violenta. Revista de Psicología Forense 1(3).


Sheila Odena Galcerán
Neuropsicóloga Forense (Nº de Colegiada 30681) y Mediadora.
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