El Grinch y la mente antisocial: ¿trastorno o adaptación?
Todos nos hemos sentido identificados con el Grinch alguna vez. En esos días en que la alegría y el espíritu navideño nos molesta más que contagiarnos. Este personaje tan icónico se utiliza como ejemplo de conducta antisocial, pero más allá de eso nos muestra cómo la conducta humana tiene sentido si entendemos el contexto y las emociones que la motivan. Si quieres entender mejor cómo se crea su conducta ¡sigue leyendo!
Sheila Odena Galceran
12/24/20254 min read


Mirando más allá de la etiqueta
Lo primero que nos viene a la mente al ver al protagonista del cuento navideño How the Grinch Stole Christmas, de (Seuss, 1957), es la etiqueta de “antisocial”: un personaje que se aísla, sabotea la Navidad y hasta roba regalos, siendo capaz de manipular y dañar al resto. Pero si nos preguntamos “¿por qué hace esto?”, podemos verlo de otra manera. Las conductas del Grinch tienen un propósito: manejar emociones incómodas, protegerse de su vulnerabilidad y sentir que tiene el control de su entorno (Loeber y Stouthamer-Loeber, 1986).
Aquellas personas que se sienten constantemente excluidas o marginadas tienden a desarrollar estrategias de evitación emocional para protegerse de posibles futuros daños (Rohner y Carrasco, 2014; Williams, 2007). Por eso, teniendo en cuenta lo que se nos muestra sobre el Grinch y su pasado, comprendemos que se distancia de la gente por cómo se percibe a sí mismo y cómo ha aprendido a relacionarse con los demás. Su vida en soledad y el resentimiento hacia las celebraciones son formas de proteger su autoestima y minimizar la vulnerabilidad emocional.
La llegada de la Navidad y el bullicio de Whoville solo le genera frustración. Su primera reacción es alejarse de todo: se encierra en su cueva, evitando lo que le incomoda. Se convence a sí mismo, dando sentido a su emoción con la verbalización de que los vecinos són “materialistas y superficiales”, lo que en su mente da sentido a su conducta. Cuando roba decoraciones o se disfraza de Santa Claus, no lo hace por “maldad pura”, sino con la intención de sentirse seguro y con poder en un mundo que lo hace sentir pequeño y herido (Hare, 2003; Vaillant, 1992).
En otras palabras, sus conductas “antisociales” son respuestas aprendidas que cumplen una función adaptativa: proteger su bienestar emocional frente a un entorno que él percibe como amenazante o doloroso (Cooper et al., 2020; Gerber y Wheeler, 2009).
Conductas que tienen sentido
Si pensamos en sus acciones como estrategias funcionales observamos que:
Aislarse evita le hace evitar la incomodidad de la interacción social.
Sabotear la Navidad le ofrece la sensación de control sobre algo que normalmente lo abruma.
Engañar a los demás es su estrategia para evitar confrontaciones.
Visto así, el Grinch no nos parece tanto un villano, sino alguien que ha aprendido a lidiar con emociones difíciles, aunque de forma disfuncional. Es por eso que este personaje —pese a la exageración de sus conductas extremas— refleja tan bien el hecho de que todas las conductas suelen ser adaptativas para la persona que las realiza.
El poder del cambio
Cindy Lou Who es la primera en acercarse al Grinch de forma incondicional, haciendo que la comunidad de Whoville le muestre a este otra forma de interactuar con los demás. La aceptación y la empatía actúan como refuerzos positivos, enseñándole que conectarse con los demás puede ser más satisfactorio que sabotearlos (Loeber y Stouthamer-Loeber, 1986; Cohen et al., 2006).
Al final, su corazón “crece tres tamaños” (Seuss, 1957) y se convierte en un ser sociable y querido (Seuss, 1957). Esto demuestra algo fundamental: la conducta humana es moldeable. Lo que parece antisocial o rígido no siempre lo es; muchas veces es simplemente una respuesta a contextos y emociones difíciles que no se han aprendido a gestionar de otra manera.
Conclusión
El Grinch nos deja la clara lección de que etiquetar a las personas no siempre ayuda. Las conductas tienen sentido y dependen de la historia, las emociones y los reforzadores que cada persona encuentra. Todos podemos aprender nuevas formas de relacionarnos y sentirnos bien cuando cambiamos el contexto y recibimos apoyo positivo. Así que, la próxima vez que te sientas un poco Grinch, recuerda: quizás solo estás usando estrategias antiguas para protegerte y siempre estás a tiempo de aprender otras nuevas.
Referencias
Cohen, J. A., Mannarino, A. P., y Knudsen, K. (2006). Treating childhood trauma: A brief overview for clinicians. Journal of Clinical Psychology, 62(9), 1151–1163. https://doi.org/10.1002/jclp.20202
Cooper, J. O., Heron, T. E., y Heward, W. L. (2020). Applied behavior analysis (3rd ed.). Pearson.
Gerber, J. P., y Wheeler, L. (2009). On being rejected: A meta-analysis of experimental research on rejection. Perspectives on Psychological Science, 4(5), 468–488. https://doi.org/10.1111/j.1745-6924.2009.01168.x
Hare, R. D. (2003). Manual for the Revised Psychopathy Checklist (2nd ed.). Multi-Health Systems.
Loeber, R., y Stouthamer-Loeber, M. (1986). Family factors as correlates and predictors of juvenile conduct problems and delinquency. Crime and Justice, 7, 29–149. https://doi.org/10.1086/449212
Rohner, R. P., y Carrasco, A. (2014). Parental acceptance-rejection: Theory, methods, cross-cultural evidence, and implications. Routledge.
Skinner, B. F. (1953). Science and human behavior. Macmillan.
Vaillant, G. E. (1992). Ego mechanisms of defense: A guide for clinicians and researchers. American Psychiatric Press.
Williams, K. D. (2007). Ostracism. Annual Review of Psychology, 58, 425–452. https://doi.org/10.1146/annurev.psych.58.110405.085641
Seuss, D. (1957). How the Grinch Stole Christmas. Random House.


Sheila Odena Galcerán
Neuropsicóloga Forense (Nº de Colegiada 30681) y Mediadora.
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